Belara Michán, 2011
ISBN: 978-987-26325-5-7
111 p.
Una naturaleza muerta es antes que nada, un oxímoron, un artificio. Si es natural y está muerto, es cadáver, un objeto presto a descomponerse hasta su desaparición. Ejemplos raros son las flores y las frutas: aunque una vez arrancadas, tienen fecha cierta de deceso, pueden ser condensación de belleza, frescura, perfume. Y aún más, de amor y tentación. ¿Somos como las flores o las frutas, o llevamos nuestro cuerpo como una naturaleza muerta? ¿Nos vestimos de vida, de una cierta piel coloreada, estirada, reparada, y por dentro estamos muertos, pasados, putrefactos? ¿Qué hay adentro del cuerpo? (del alma, no existen señales). Este libro nos habla de otros cuerpos que se guardan y se llevan. Cuerpo niño, cuerpo sexual, cuerpo familiar, cuerpo vegetal, cuerpo astillado. Como una cáscara, el vestido corporal va cayendo y aparece otra piel que tiene memoria de todo lo que nos ha sucedido. Los poemas buscan recuperar este cuerpo interno, a veces enterrado en la cabeza, saturado de lenguaje y estereotipos, anestesiado, inmóvil.
En ese cuadro de naturaleza muerta irrumpe el baile: de una naranja salen manzanas que empiezan a rodar, se transforman en higos, enredaderas, ramas, piernas, brazos. Un nuevo cuerpo surge y se empieza a conocer en ese movimiento, en una especie de danza primitiva que a la vez busca y rechaza las palabras. Porque decir este cuerpo es decir su movimiento, ¿y cómo hacerlo sin romper ese leve transcurrir? ¿Cómo decir un gesto, una mirada, un “tibio encastre”? Belara Michán elige la poesía, y logra cuadros vivos, que estremecen y suenan con música nítida, necesaria.
Karina Macció
Contenido sobre cuerpoadentro