Aquí está la nota completa sobre el último libro de Diego Recalde, publicada en el diario español 50×7.com.
La Meta de Gregorio. Diego Recalde
Se ha escrito mucho sobre el futuro que correrán los libros. Hay quienes creen en su supervivencia y otros que le auguran lo peor, su desaparición. No sé si cuando apareció la imprenta hubo alguien que pensó que desaparecerían las historias contadas oralmente. Pero la cuestión es que aún hoy la gente se sigue explicando cosas al oído o contando relatos ante un público. El libro fue y está siendo otra forma de contar. Una herramienta muy usada que permite que el pensamiento de alguien, con sus vivencias y su imaginario, se nos acerque. Está allí, en forma de palabras, nos lo pueden regalar, o uno se lo puede encontrar en espacios donde callado espera a que se produzca el encuentro.
Con este gran invento se democratizó el entretenimiento. Uno puede disfrutar mucho, cuando quiera y donde quiera. Con la presencia de otros que no están físicamente, pero cuya inventiva, personalidad y alma nos rodean e incluso impregna si les dejamos. Peculiar compañía la de un libro, ligera en la mayoría de los casos, respetuosa, humilde, cercana. Te puede acompañar en el viaje diario y a la vez es un viaje en sí mismo.
Fotografía: Albert Alsina Ferrando |
Precisamente, y disculpen si esta manera en que me lo hice venir está un poco agarrada por los pelos, son la gente de la Editorial Viajera quienes se encargan de acercarnos un texto del escritor músico y director de cine Diego Recaldetitulado La Meta de Gregorio. Y lo han hecho dándole la forma de un objeto que puede ser un billete, una maleta, un transporte, una ventana. Un libro.
Lo abrimos y leemos, compartiendo pensamientos. En silencio. Mientras alrededor otros acontecimientos más o menos ruidosos suceden. El tiempo se torna relativo y entramos en otro espacio y en otro tiempo.
Hay textos que se leen y no te das cuenta. Pasa con el de Diego Recalde. Es una tragicómica historia repleta de humor y guiños literarios, donde uno se lo pasa bien, disfruta y se siente reconfortado. Me pasa a veces que cuando contemplo una obra de arte o cuando veo una película o cuando escucho una canción, se acaba y me desnuda algo, me siento mejor, me refresca. Es aquella sensación vivida al final de las películas de Woody Allen, o leyendo algún verso mágico de Joan Perucho o mirando las instantáneas de Henri Cartier-Bresson o también cuando acompañé a Gregorio en esta peripecia que es encontrarse con uno mismo, ser consciente de la propia existencia y dejarse llevar, sin ser copia de alguien o de algo. Me encuentro ahora en otro lugar, entendiendo ya de otra manera las cosas, habiendo aprendido, queriendo que esto que he vivido me vuelva a pasar.
Lo malo de los libros es que tienen una última página. Donde el viaje termina. Lo bueno es que esa página final es el principio de otro libro, aún no inventado.
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