El aire frío
no tiene por qué ser
un buen augurio.
Me hundo la mano
y encuentro
inundado
el negro flujo
de los años viciados.
Yo no me imagino el infierno
–no me lo quiero imaginar–
cadáveres deambulando
sin rumbo
comiéndose unos a otros.
El calor se ve sin sentirse
piel re seca
podrida
¿quién dice a dónde iremos
tal vez el paraíso
no es para quienes hayan amado
equivocadamente
tal vez los ángeles
nos hayan traicionado
por qué dios no pone orden
por qué no se acerca
por qué no limpia mis pulmones
por qué a veces me hace vivir en este caos
sólo por amar?
María Victoria Verzura, Sentir Óseo.
Viajera, 2010.
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