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Un poema de Ignacio Uranga

Roberto Rodrigo Martínez García se apagó en la tristeza
propia de Roberto Rodrigo Martínez García, 82 años, y
en la también tristeza de Tampico, Tamaulipas: jamás
verá en Tampico otra vez el sol ni el sol habrá de verlo:
dónde, Job dijo enojado a Dios, estará él, pensaba Job
hablando adentro Job con ira a Dios, cerrado a Dios y
estábase incluso en oración con interdictos a decir Job
no conforme Job con lo que pasa pues acá en el tiempo
de hombres, la traslación acaso o girar del sol que abre y
cierra el día: no pensó, por cierto, en Tampico Job y
pensó aunque no supiera en Roberto Martínez García
por la familia abandonado, a golpes en la vía pública
calle Jiménez esquina Benito Juárez hasta apagarse
por completo en la colonia de Morelos, en el asilo
«Paz y alegría», sin ninguna de ambas Roberto Martínez
sin rumbo otro que apagarse al fin, tal cual un asteroide
como un hijo muy crecido abandonado por el hijo y
no verá el sol en Tampico, Tamaulipas ni habrá tampoco
el sol de verlo a Roberto otra vez: no hay signos vitales y
qué habrá de ser de acá en más, Job se preguntó cerrado y
cerrado a Dios le preguntó a Dios incluso, estaba en oración
el corazón de Job cerrado como el tiempo en que gira el sol
tal cual el sol visto nunca más por Roberto Martínez García
−dónde él ahora, Job−, tal cual también el mismo sol acaso
de Tampico, Tamaulipas ahora o en cualquier lugar, Job, y
qué será también del mismo sol ya sin Roberto a iluminar

de: al grave aparecer de lo que ser ahí



Ignacio Uranga, 2014.

Tina Modotti