fuegos sobre el lago: vimos fuegos, los fuegos
vistos: bello lo avistado y flores, tan grandes flores
acaso flores el fulgor en su cielar lo alto que ensucia
el alto cielo oscuro de astros a lo lejos avenidos y
tras estallos cielan ensuciando de mercado espiritual
sin paz que abaje ni alguna hossana de pasible escucha
por quien implora con gemidos ya sin voz ante la vida
a punto del apague un bálsamo a paliar la queda, alma
singular ya en queda, triste el alma singular en queda:
amada alma a punto del apague ahora en queda, pues
cielada de fulgores con estallos que ensordecen cada
hossana sin piedad de quien cansado escribe a qué
la amada vida ante un apague, el apague: lo amado
tanto marchítase lo amado, el amor amado sueña
ahora sueños inyectados, ficticios sueños inducidos:
hay suave una brisa, es frío el tiempo en los sueños
de quien va infrecuente en camino por la bella, dulce
Avenue du Mont Blanc y ya no fuegos vistos sobre
un lago lo que avista: nieve a lo lejos, tal la falsa
mercantil de hora cero en esta nochebuena otra vez:
gris oscuro cubre de Abbey Road al cielo, contrario
a la blancura absorta, llorosa y lenta que amenaza:
aplácase en intentos de hossana con un sistro egipcio
grandes flores paliativas, bálsamo ante las deudas de
quien cansado gime ya sin voz con afasia animal, sí
de duelo ahogado por pasos de una pena en que avista
la pena en que ha de verse el blancoazul en procesión
hacia el alto azul de julio en que pálido desbanda lejos
un low-cost indiferente, visto absorto en la procesión
de lo amado que marchítase en julio, tal cual el sol
que nace o muere al aire sucio sin piedad de julio
en proceso pleno bajo lluvia que embarra y ciela
lo natural colaborando al precipitar intenso: será
no tranquilo un día olvidable sino el fin de un so-
ñar: el sueño roto en julio sobre el crepitar atroz
que alto ciela en triste gris, tan tristemente en gris
tal cual golpea, cuando golpea, la vida como bala
Ignacio Uranga, Materna
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