Sea donde sea, sé que me estás esperando, allá en lo hondo de tu boca, una flor de nieve que es de color de rosa, simple y extraña maravilla.
Marosa Di Giorgio
La primera vez que lo soñé, nuestros labios parecían tener un tierno himen, que no nos atrevíamos a traspasar. Ni a saludar con la lengua.
Luego, fue más fácil, los labios eran de crema con pezones salados y sedientos.
Más tarde, de tan mudos de tan húmedos, se llamaban multiplicándose; nos nacieron labios en el cuerpo. Ya no podemos parar son de piel de vellos hirsutos y comisuras. No hablan ni sonríen, son solo para besar y morder suave. Como margaritas de huevo yema y leche, como magnolias, salivosas de lilas y azúcar.
Ah, en sueños o despierto, el hambre de tu boca no se me quita. No se va.
De tanto sueñonocheoculta, me dieron unas ganas enormes de comer tus besos de pan y manteca, escondidos, como terciopelos, como caracoles.
Carlos Flores, Orillas de la luz.