El mar de frente
cortado al medio por la bruma
horizonte vertical de aguas
carpas sin dueño ni cartel.
La nena juega en el balcón.
Se cuelga de una nube y creo que quiere
explorar los cielos caprichosos
que descienden sobre las grúas costeras
arrinconado desde acá sigo los cambios
más cerca del cielo
uno más que asoma
no temo cuando subo alto
en la torre
caen mis ojos
al boulevard y la playa
las escaleras traen raudos los últimos exiliados
del tormentón entregado por el sur.
Frío
esta primavera engañosa burla
a los enamorados
con flores
con ficciones de cuerpos desnudos
con belleza poco estable
rosas, tilos, pastos verdes altos, árboles en flor
me asustan las modas cuando veo la juventud
percibo la rajadura frágil inerme
el mar que puede tragarse todo
la mismísima vanidad
escupir después sus huesos
espuma
despojos
noches de fogatas revueltas en sal.
La niña dejó el balcón (me asusto)
quizá se lanzó al vacío
se fue en aquel rayo
flameó suave
justo cuando el trueno distrajo mi vista
quedé sordo
hay faros en pleno día.
Volvió (recién).
¿Estuvo escondida bajo una manta
esperando ayuda
mientras sigo la costa
hasta donde mi vista se interrumpe?
La lluvia cargada nos retira a todos
asomados al vacío
excepto ese pájaro
niña
que vi desde este sillón.
No sé si era cierto.
O parte de un clima
oscuro
atípico
y enrarecido.
(escrito en Costa Galana en 2010)
Ricardo Czikk.