Un desborde de la naturaleza que degenera, se desintegra lo cotidiano para integrarse en otro plano, el de lo natural. ¿Qué es la naturaleza? ¿Qué es degenerar? ¿Qué forma parte de lo cotidiano? Todo está por descubrirse, para transitar estos caminos tendremos una guía Clara. ¿Quién es ella? Ella es el nexo entre el ser humano y la naturaleza, es híbrida, es mujer tanto como hembra. Es quién recorrerá estos caminos que aparecen en su gema mágica, como anticipo de una búsqueda. Ella está intentando encontrarse y para esto usará facetas, que le permitirán explorarse, dejándonos expuesto su erotismo tanto como su oscuridad.
A lo largo del acto, Clara se desdoblara como: Néfila, La bicha, Sonia, La loca, Diabla, Hermana, La madre, La hija y La niña, éstas son las diferentes caras de este personaje, que tiene la capacidad de transformarse de forma continua. Subsisten en ella muchas otras formas de ser que la constituyen, esto termina poniendo en tela de juicio el hecho de que se configure como Clara. Es decir, desde ningún punto de vista ella es un sujeto o una persona, es un híbrido desde lo psicológico porque está conformada por la personalidad de estas diferentes mujeres.
No se conoce por eso busca ser ella, sin embargo este desdoblamiento la degenera en lo corporal, en sus vínculos hasta en la palabra. En el cuerpo hay cicatrices, pero lo más característico, es que tiene dos dedos de más. Estos doce dedos marcarán su contacto con los animales, se vinculará con criaturas terrestres, marinas y aéreas. Los animales terrestres son de la selva (Mono grande, víboras) con ellos hay una conexión especial ; en el sentido de que ella se preocupa por ellos y se comunica. En cambio, con las criaturas marinas (Manta raya, Delfín, Tiburones) se connota una tensión que se traduce en temor. Ella les tiene miedo por eso construye una relación erótica, seduce, juega y copula con los animales del mar, asimismo, con las aves (Tero/flamenco, Pájaros) hay contacto sexual.
Esta forma de relacionarse es peculiar, será también particular su vínculo con los hombres, se connota un conflicto con este otro. El problema está aparejado en la falta de diálogo y en el juego, aunque haya contacto corporal. Es decir, Clara teje y desteje con el lenguaje, esto se vuelve un acto perverso y se termina perdiendo la conexión con el otro por la palabra. En estos pasajes hay entendimiento a partir de lo sensorial, cuando media el lenguaje todo lo que se quiere comunicar se vuelve oscuro. Las expresiones no son un código posible. En este punto es un lenguaje circular y violento que no reconoce al otro. El ver al otro, que se constituye desde lo físico a lo espiritual y desde uno hacia el otro, permite ser sujeto. Lo que falta es recepción tanto como posibilidad de comunicación. Esto es de lo que carece este lenguaje, que se presenta como la gran incapacidad en Clara.
Estos problemas, en la escena dos, se traducen en situaciones violentas. Aparece la idea del golpe de la palabra que la parte, al ser un juego, vuelve violenta la escena. Es una acción macabra que se repite, es un juego de uno, oscuro. Ella figura atrapada en eventos de las que no sabe salir y no habla. Connota la falta de posibilidad de decir, con palabras, lo que quiere expresar. No hay posibilidad de escuchar su voz, el piano es una de las formas de escape. La pared es romper con ese silencio, pero aunque la situación lo pide, no hay forma de que lo logre.
La escena tres, está centrada en la naturaleza y en el uso de las palabras. Estos temas confluyen resignificándose, el desborde de lo natural se refleja porque Clara aparece como extraña dentro del mundo de las plantas. Las suculentas son metáfora de ella que creció y degeneró. La naturaleza está exacerbada y deteriorando todo alrededor. El rocío, el agua, son ácidos que corroen, incluso a las tortugas; la tierra, también lo devora todo. Está el barro, que además de estancar, anticipa una catástrofe de la que no se podrá salir, es una tierra que mata.
La incomunicación, resultado de un uso lúdico de la palabra, genera violencia. En los silencios se oculta un dolor. Hay dos mujeres que se vuelven metáfora, necesitan volver a dialogar, pero no es posible. Todo se enreda más como el ovillo, se tejen conflictos. La palabra es una navaja, cobra cuerpo, está atacando. Asimismo, hay acentuación de lo no dicho que hace morir a esta niña-mujer. Hay espacios, como la cornisa, la cuerda floja, etc. que la llaman a Clara y la invitan a decir. Lo oculto, los miedos se personifican en un viejo. Los susurros no se entienden porque son propios de la protagonista.
En definitiva, Degeneradas, es una búsqueda de lo femenino, que se estructura en tres escenas. Estas tres partes entrelazan temas que van en crescendo, hacia el final del libro se puede ir viendo como se cierran estas líneas. En este proceso de desintegración de lo cotidiano la naturaleza lo avasalla todo, marcando un ritmo, que se traduce en ciclos: fases lunares, movimiento de mareas, lluvia, etc. Tiempos que tienen que ver con lo natural. El desborde va arrasando, transforma y degenera. Clara se vuelve un nexo en varias direcciones, conexión con animales, con hombres, con distintas mujeres, siendo ella la que habilita la vía a un lenguaje violento. Este personaje es un engendro, despliega su degeneración en las múltiples caras, en las palabras y en los vínculos.
Palabras
En la escena uno, en el pasaje Sonidos suaves, se plantea la posibilidad de conocer un habla vedada. En este pasaje hay un bosque cerrado y multilingüe al que se va a penetrar traduciendo. Traducir es la mediación, pero no hay palabras. Es más, se denota que se pierde esta construcción, mostrando la incapacidad del lenguaje de vehiculizar un habla diferente. Las expresiones, que deberían posibilitar la comprensión con el otro, aparecen anulando el contacto. Es decir, no es posible el entendimiento, no hay vínculo vehiculizado por la palabra.
Si bien no es posible el contacto por la lengua, hay empatía en lo sensorial. Es decir, hay una forma especial de percibir que permite la conexión por los sentidos. Esto está intrincado con la forma de observar, que está entrelazada con los espejos y reflejos. Éstos son portales que llevan a otra dimensión, adelantan lo que va a suceder. En Bestias el espejo devuelve lo que va a suceder, pareciera ser la entrada a otro mundo. En Doble mirada los ojos transportan, ambos ven cosas diferentes, son una puerta que se abre. Sin embargo, en esa dimensión que está abierta, todas las puertas están cerradas, porque habla del lenguaje, connota una falta de contacto, de poder llegar por la palabra al otro.
Esta percepción y mirada se van a conjugar en Hombre Claro y Sujeto. En estos apartados aparece la figura del hombre como desconectada de la mujer. Se va a mostrar la posibilidad del contacto corporal, pero la falta de comunicación por las palabras. En Hombre Claro este niño-hombre es parte animalesco entonces, habrá una conexión especial a partir de lo sensorial. Se comunicará con la mujer a través de los sentidos, del cuerpo, de las miradas. El texto anuncia desde lo luminoso, que hay algo oscuro en las conversaciones, es decir, que son innecesarias. En Sueño por 3, lo peculiar es la intromisión de la visión de una Gorda que sostiene a la pareja copulando, como índice de unión en el acto sexual. Esta comunión que se produce en el contacto corporal, no se da por las palabras. “— ¿De dónde salió esa escultura? Es mágica. Vení mirala conmigo— y estiro mi mano que queda en espera eterna. Él se clava en el piso sin sacar la vista de la pantalla y dice: — No.(Lagarrigue 2016:75).” Él no acepta la invitación, las palabras estarían ocultando algo, por eso el temor hacia lo que sale de esa boca, que al final va a besar con los dientes, va a jugar.
El juego, que es lo que aparece vedado, es expresión de la oscuridad en la vehiculización de la palabra. Esto está muy presente en Sujeto, en esta sección hay un uso lúdico de la palabra sujeto, desde la nominación hasta el texto. Es decir, aparece un doble uso connotando a la persona y al juego. En el primer uso, la constitución del sujeto viene de la capacidad que se tenga de reconocer al otro como tal, sin embargo este es dañino, aparece perjudicando. Es una figura que clava, hiere, que invita al salto, que juega, entonces se establece que termina perturbando el lazo. Sin importar donde esté hay una cicatriz que invita al recuerdo y lo trae, connotando la intranquilidad con respecto a este vínculo. En definitiva, este uso refiere a un otro que perturba, lejos, cerca, desde lo corporal y desde la imposibilidad de comunicación.
Esta perturbación producida por este sujeto, se encadena en el juego, de esta manera, se habla evocando a este otro dentro de una lógica lúdica, de la que no es posible escaparse. Hay un escozor producido por las palabras, que se utilizan en función de enmascarar el juego, tanto el uso de boca, dientes, lengua, juegos, manos, palabras, voces, son clave porque hacen corpórea a la palabra y la hacen figurar como un personaje más.
Este se vuelve en la escena dos, A golpe de palo y Piano, el gran protagonista. La palabra se resignifica, hay un quiebre porque lo que antes era una invitación a pensarla como corpórea, ahora se vuelve efectiva, es decir, ataca. Es la acción de ella que deja todo patas para arriba sobre todo en el primer texto donde se destruye a sí misma. En cambio, en el otro aparece la imposibilidad de decir. La violencia al nivel de lo no dicho, es el gran símbolo del segundo texto.
La idea del no decir va a atravesar la Escena tres. En el apartado Degeneradas, se sucede a lo largo de los textos una violencia en el silencio, esto atenta contra el diálogo y oculta un dolor, una verdad, palabras. Es característico el texto que habla de la imposibilidad de la comunicación, asimismo, recuerda a Néfila por la idea del enredo. Se materializa la imposibilidad de hilvanar las palabras que se tornan una daga filosa y desgarran.
En Soledades otra de las cuestiones que aparece es el vacío que corre a la niña-mujer, que la hace morir a través de lo no dicho. Aparece el medio cooperando para que aumenten los silencios, se construye un panorama cargado de agresión, ausencias, cornisas, tormentas, sombras. Esto va configurando un medio hostil que no alimenta la expresión generando miedos. El terror se personifica en un viejo, que va envejeciendo a la palabra y es difícil de vencer. El miedo surge de lo no dicho, esos susurros son propios, esto torna la cuestión aún más complicada e invita a pensar que lo vedado es central en el no decir.
El que todo lo ve no logra escuchar la voz de una mujer.
La mujer en este libro es fuente de vida animal y herbívora, es mágica, con una simple mezcla de algunos elementos consigue otra vida. Lo femenino es una potencia que procrea y se reproduce a sí misma. A medida que avanzan los textos se vuelve imprescindible descubrir cómo se configura este universo. Éste puede resumirse en una frase: “El que todo lo ve no logra escuchar la voz de una mujer(Lagarrigue 2016:20).” Existe algo que debe permanecer vedado y que el otro no debe llegar a conocer.
Esta frase aparece en Grises y va a plantear la relación entre lo que se debe ver y lo oculto. En Desprotegidas hay una tensión que surge de la amenaza, de un carnívoro que quiere devorar. Se hace hincapié, en que el observador no debe salir porque esos partos no deberían ser presenciados por él. Sin embargo, al presentarle la tentación, no es posible esperar que escuche. Se lo advierten, la niña y Clara, porque es un prueba, el no debe salir, lo hace igual porque ha visto más de lo que debe.
El problema figura en Pequeños resignificándose, es decir, este se ve desde otra perspectiva, la del hombre. Porciones de lo inaccesible, él tenía una estrategia, pero se vio truncado porque no escuchó, no percibió con los sentidos. El observador es un hombre-niño, quiere tener todo controlado, por eso ante la sorpresa del papel se siente vencido. Retrotrae a este problema, en otro sentido, complementando la visión anterior. El hombre, previó de más, no escuchó con el sentir, por eso termina sintiendo que le ganan como en un partido de ajedrez, donde sólo prevalece la estrategia. El observador es estratega y eso no le ayuda, debe escuchar a la mujer. La voz de ella se escucha solo por los sentidos, porque es híbrida, animal y mujer, no usa las palabras de modo convencional, sus dichos siempre ocultan algo. Esto se vuelve perceptible en Su mitad de paraíso, Clara le enseña a un hombre-niño a percibir, llevándolo al agua, sentencia: “—Pequeño, niño, nademos (Lagarrigue 2016:58)” Esa frase invita a muchas invitaciones incluso a la idea de que la niña del relato es una de las máscaras de Clara. Si bien Clara se manifiesta de varias maneras, en Hombre Claro aparece connotando esta idea de que al develar la magia comienzan los problemas.
El hombre observa en azul profundo
ella lo deja ver
lo mira como lo hace con los hombres.
Comienza el infierno propio y ajeno. (Lagarrigue 2016:72)
En este extracto, empieza el quiebre, se adelanta que la situación terminará de otra manera, al Hombre claro se lo deja ver, a través del azul y empieza el infierno. Es decir, ella lo mira como mira a los hombres, ella muestra lo vedado, haciendo que lo que acontece cambie. Sin embargo, él es diferente porque es parecido a ella, entonces, lo que en otros fueron bifurcaciones, escapatorias, en él es una elección. Termina diciendo: “en este momento la certeza del Hombre Claro, claro (Lagarrigue 72: 2016)”. Así cierra esta lectura, estableciendo que este observador es diferente, porque él se va a consumir con ella en el mismo infierno de la degeneración.
Agua
Lo acuático es esencial en Degeneradas atraviesa todo el acto, dándole un condimento especial. Esta potencia impregna a los textos de fuerza, hace que avancen, como un tsunami, o hacen retroceder, como las olas que en cada pasada ocultan y se llevan algo. La gran constructora de estos relatos es el agua, rige los tiempos, porque los espacios se cargan de ella. El primer texto de Grises marca el ritmo del libro, que se constituirá en períodos de meses, días o segundos. Estos tiempos se mueven en base a los ciclos marinos, los cambios estarán dados por las fases lunares. Asimismo, durante este período se dará el nacimiento de los dedos de los pies de Clara, nada más elocuente que un nacimiento durante las fases de la luna, que retrotrae a lo femenino. Por lo tanto, pensaremos este tiempo como ciclos menstruales de la mujer, que nos permiten llegar a lo íntimo en ella.
El agua infiltra cada relato contactándose íntimamente con la mujer y va a permitir que ella se desarrolle. A lo largo de la escena uno, aparece como un mar que acompaña, que con sus vaivenes guía. Es un océano que se personifica, advierte, aúlla como un lobo feroz, pero si bien acompaña, por momentos se hace peligroso. El motivo por el cual se vuelve algo oscuro, es por su potencia procreadora. Es decir, al tener la capacidad de generar vida, se vuelve inquietante e incluso en muchos relatos sus criaturas intimidan. Si bien el agua está connotada con el mar, cuando no figura como tal, sigue apareciendo como lluvia, gota, lágrima, etc. En definitiva, en esta escena, el agua está envolviendo el texto, mojándolo e intentando contagiar de su fuerza la narración.“La ciudad es un arroyo. Desborda. La tormenta ilumina junto con las luciérnagas el camino de los dos. (Lagarrigue 2016:42)”. El arroyo es metáfora de un desborde que tiene que ver con los jóvenes enamorados que nadan desnudos y como bien dice expuestos. Los animales son el marco, cantan a coro con los truenos que llevan la batuta. Se establece como el arroyo está intrincado en lo que va a suceder “No logra avanzar, la salida es a contra corriente (Lagarrigue 2016:42)”. Se implica la corriente en el destino trágico, que no deja avanzar como se connota: “Estarán desnudos, mojados expuestos, sin rumbo (Lagarrigue 2016:42).” Entonces, en Bajo Agua, no sólo está presente el avance por sobre lo otro, sino también su fuerza degeneradora.
En cambio, en la escena dos, está presente, pero resignificada. Es más, esta potencia aparece en un marco de violencia, ya no será esa agua que acompaña o advierte, sino que se torna dañina. Es un espacio donde no se puede nadar, es un líquido espeso, una humedad, un rocío, que hay que tolerar. Esto nos invita a pensarla como corrosiva. Esta línea se va a continuar en la escena tres, ya que en forma de gota, lluvia, ola, rocio, lágrima, predispondrá este carácter degenerador. La fuerza de va a ser tal que va a terminar destruyendo. Incluso el barro, va a estancar, impidiendo la posibilidad de salir airosos de las situaciones allí establecidas. Habrá momentos donde figurará como hielo quemando, punzando y destruyendo.
De esta manera, lo que comienza en el libro como medido y acompañando se termina convirtiendo en un amenaza, porque ante el avance del agua se van cargando los relatos y van ejerciendo una función corrosiva. El mar, gotas, lluvia, las olas, el rocío inundan, bañan el libro y degeneran. A lo largo del Acto el agua procrea, se lleva, oculta, aúlla, fluye, es nexo, cambia de temperatura, se vuelve un océano, es una lágrima seca o mojada, se mezcla con la tierra. Es decir, adquiere más de una función, pasando por todos sus estados: sólido, líquido y gaseoso.
Si bien los cambios están presentes en el libro, lo líquido es más lo preponderante, lo que hace avanzar a los relatos, pero también se desajusta y se lanza sobre lo otro, la ciudad, la mujer, etc. El último texto es característico ya que avanza por sobre la mujer. Es decir, se cierra este ciclo, iniciado por el agua, tomándola a ella y llevandosela para siempre.
Las aguas arrasaron las ilusiones, las tormentas noches de luna. Sentadas con el viento en la cara que las pone en alerta sobre eso que avanza, crece y les comienza a tapar la luz un poquito. No hay miedo, esperan, miran hacia adelante y el círculo naranja cae.(Lagarrigue 2016: 158)
Aparece la naturaleza como arrasadora, la tormenta inquieta porque ellas saben que está avanzando sobre ellas. Esta parte funciona como un índice de que algo va a pasar, el viento tanto como la falta de luz, anuncian que se avecina la tragedia. Lo característico es que estas muchachas se sienten a gusto con este panorama.
Cambia el color del lugar, ya no se distinguen. Tinieblas de repente y después toda, toda, toda la noche. Se vuela un pañuelo, intenta atraparlo, queda desnuda. No puede regresar sin él. Al borde del agua el barro. Tal vez una mala maniobra y una caída anunciada.(Lagarrigue 2016: 158)
Hay tres cuestiones a resaltar, en primer lugar, el cambio en la configuración del lugar, dice que la tragedia va a tener lugar, aboga por esta construcción del agua, como mortífera y asesina. En segundo lugar, aparece el barro como índice de que alguien se va a estancar en él. En tercer lugar, se connota la frase final que abre más incógnitas de las que las cierra.
Esta frase es la síntesis de lo que va a suceder, porque una de las mujeres se termina cayendo y ya no hay forma de volver atrás. Está marcando el cierre, se ha llegado a un lugar, se ha pasado por varios caminos y se va claudicar con un rito. Ellas van a este lugar esperando que pase algo, que algo se lleve los pecados, y lo percutido. Sin embargo, la corriente cobra vida y se lleva a una de ellas. Ante esta situación no hay acción, una grita, otra llora la última calla, pero no hacen nada. Lo que intentan es volver atrás.
Mariel Fini, 2016.