no fue una especie nueva, no, el rojo bello
jazmín del infierno: magnolia púrpura de
etimológico fuego geminado: geminada vos
Materna, ahora, donde acaso estés: coral de
tono, entre ficticios pétalos bordados, funda
por demás adjetivada en la que llegué a contar
cuatro gotas tuyas, previo al apagón, este hoy
de sangre por la tos: el carbonato cálcico a lo
largo de arrecifes dispersa y estructura en
rígida forma: no menos de mí mismo que de
Mannahatta, Kentucky o la baja California ni
de esclavos, Materna, trabajando en minas de
hulla estoy hablando ni en lengua anglosajona:
esto no es Tennessee ni hay asociación de tiros
al anochecer: es de inquina y duelo este fogonazo
tal cual blanco un lirio, tan lentamente blanco
sobre un río negro pasa hundido en su flotar
blanco, tan lentamente blanco sobre el río negro
hundido en sueños para siempre flota un lirio
en sueños para siempre flota hundido el lirio:
sea tan fuerte el subjuntivo, fueras potencia aún
acto sucesivo en cada sol de la mañana y no amor
tan cívica y numéricamente reducido a la nada
Ignacio Uranga, Materna.
Viajera, 2014.