– Naciste en Argentina de padres holandeses. Si tuvieras que presentarte como poeta mencionando nacionalidades u orígenes y lenguas, ¿como lo harías? ¿Sos un poeta argentino-holandés? ¿Un poeta argentino multilingüe? ¿Cómo lo dirías?
– Soy un escritor argentino. Considero “poeta” una subcategoría de “escritor”. Y si tuviera que hablar de recursos lingüísticos, temas, idiomas, afinidades culturales… siguiendo el ejemplo de Hermeto Pascoal, músico nordestino brasileño que se autodefine “músico universal”, diría, “escritor universal”. Pero entendiéndolo del mismo modo en que lo entiende Hermeto. Es decir: no una cómoda “ciudadanía del mundo” sino una clara identidad nacional abierta a lo que venga, de donde venga.
Hablando de argentinidad: una vez Hugo Claus, hojeando mi libro Trío me observó que la palabra “sapucai”, a pesar de no ser esta una palabra castellana, yo no la había puesto en bastardillas o cursiva. “Bueno”, le dije, “es que en la Argentina el guaraní no es una lengua extranjera…”.
– ¿Cuáles es tu espacio de pertenencia principal en tanto que poeta/ escritor? ¿La literatura argentina? ¿La poesía en castellano? ¿La literatura escrita en los Países Bajos, toutes langues confondues? ¿Otro? Si es más de uno, ¿cuáles?
– La poesía no frena en una frontera nacional. No creo en “la poesía argentina”, “la poesía chilena”, “la poesía cubana” etc. Tampoco frena la poesía ante fronteras lingüísticas o históricas. Basho, Celan, Cavafis, Shakespeare, Pessoa, Catulo, Villon, Pound, y un larguísimo etcétera son tan míos como de sus connacionales y contemporáneos…
– Entonces para vos no existe tampoco un campo específico de la literatura escrita en castellano en países de otras lenguas…
– No, claro. Personalmente no creo en “la literatura escrita en países de otras lenguas” por el mismo motivo que descreo de las fronteras nacionales y lingüísticas. Puede ocurrir que un autor, al vivir fuera de su país, exacerbe su variante de origen. A veces Cortázar aumentaba los decibeles de argentinidad, por el solo hecho de vivir en Francia. Y esa argentinidad de él (no es una crítica en absoluto) muchas veces remitía al idioma argentino de los años treinta y cuarenta, no al de los años en que publicaba. El Libro de Manuel que es de los años setenta tiene giros que para mí, que al momento de leerlo era un adolescente que vivía en Buenos Aires, resultaban bellamente arcaicos, casi tangueros. Otros autores amplían el espectro: Bolaño por ejemplo se toma la libertad de poner términos y giros mexicanos, chilenos, peninsulares, según le convenga, y me parece muy bien. Y los autores hispano-norteamericanos hacen suya la interlengua, juegan con el castellano, el inglés y el spanglish y está muy bien que así sea.
El único riesgo que siento es que por ejemplo cuando a veces uso un giro deliberadamente extranjerizante, alguien vaya a decir “Ya está perdiendo su castellano”, en vez de notar que se trata de un juego interlingüístico.
Mi castellano es lo que es: no es mi lengua materna, que es el holandés (aquí no digo neerlandés y es a propósito), pero el castellano sí es mi lengua nativa. Mi castellano lo aprendí en la calle, con los pibes del barrio, y en la escuela y principalmente en los libros. Y ahí, en los libros, Quevedo, Pérez Galdós o Martí son tan contemporáneos y coterráneos míos como Borges o Piglia. Ah, el lenguaje de la vida íntima y familiar en realidad lo aprendí con mi mujer, que era uruguaya, y mi marido actual es brasileño. Vamos agregando elementos a la mezcolanza…
– Escribís mayormente en castellano pero también en neerlandés. ¿Cómo es ese ecosistema lingüístico tuyo?
– Escribo también en otros idiomas, inglés principalmente, pero las cosas que escribo en neerlandés o en inglés son como si fueran productos colaterales, cosas que surgen casi espontáneamente o como un exabrupto, como una especie de interrupción del trabajo en castellano. Mi libro en inglés, todavía inédito, se llama justamente Byproducts (productos colaterales), y con un subtítulo que le robé a Lennon: Voices out of nowhere.
Y hay cosas que las escribo en multilingüe, a mitad de camino entre el Finnegans Wake (lenguas superpuestas y amalgamadas) y las polifonías de Peter Wessel, que escribe sus poemas en cuatro lenguas yuxtapuestas (danés, inglés, francés y castellano). Por ejemplo:
PAPIAMENTOIDE
Na Bélgica, con meu amor
falamos a little bit en cada langue.
Een beetje van ci, een beetje comme ça
Es muy amusante la babelisação
E tambem, of course, nuestros beijos
son un revoltijo de linguas
– Sos traductor. ¿Has practicado la autotraducción?
– Practico la autotraducción para reescribir, para redescubrir el texto original en otro idioma. El oficio de traductor ahí ayuda a descubrir pifies del original, o agregar hallazgos nuevos. Cuando quiero una traducción “de verdad” de un texto mío a otro idioma que también domino, no la hago yo mismo sino que contrato un traductor imparcial. La gran tentación de la autotraducción es la infidelidad, porque de todos modos se trata de un texto propio y uno entonces se torna antojadizo, “hago lo que quiero, soy el autor”.
– Leés regularmente en público ¿Modificás tus textos para esas ocasiones? ¿Escribís a veces textos con la performance oral como objetivo, o el texto escrito es siempre el horizonte de tu producción?
– Cuando leo en público, muy a menudo corrijo “sobre la marcha” aquellas cosas que no me parecen apropiadas para la escucha: aspectos que son propios de la página impresa. No lo hago con antelación, afino la guitarra mientras sigo tocando, digamos. Y trato de no leer el mismo texto varias veces. Siento que se gasta, que se hace rutinario. Me acuerdo de Daniel Viglietti diciendo: “Otra vez me van a pedir “A desalambrar”. Escuchen el disco…”
Tengo ganas de amalgamar las dos cosas: lo permanente del texto impreso y lo fugaz del texto leído (visto y considerando justamente que no me gusta leerlos muchas veces) haciendo una serie de videos que de pronto pondría en Youtube o algo así. No es una idea original ni pretende serlo: es una manera de publicar y creo que es el momento. Lo mismo en el caso de mis poemas gráficos, visuales, poemas objeto, algunos de los cuales publiqué en formato libro, se me ocurre que estarían más “en su lugar” en galerías de arte o en algún entorno más callejero: pintadas, posters, pegatinas…
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Jan de Jager nació en Buenos Aires en 1959. Vivió y estudió en la Argentina, en los Países Bajos y en España. Es licenciado en letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ha realizado estudios de análisis del discurso, literatura neerlandesa y traducción en la Universidad de Amsterdam (UvA) y en la Escuela Superior de traductores de La Haya. En la actualidad reside en Bruselas (Bélgica), y se desempeña como docente de neerlandés y de español en la escuela internacional de Róterdam (RISS) y como docente del traductorado neerlandés-español de la escuela de traductores de La Haya (HWN).
Su obra literaria abarca los géneros de novela, cuento corto, poesía y teatro. Publicó los poemarios Trío
(1997), Juego de Copias
, (2002), Casa de cambio
vols. I, II y III, (2004-2007) y Relámpagos
I y II (2014-2016). Su poesía fue publicada en repetidas ocasiones en Diario de poesía
, de Buenos Aires. Algunos de sus trabajos y traducciones se pueden encontrar en las revistas virtuales www.lacasaazulada.com de Venezuela, en www.amsterdamsur.nl de Países Bajos, en www.periódicodepoesia.unam.mx y en Ulrika
de Bogotá.
Otras publicaciones son Noticias del setenta y cinco
, novela (2009), y Let u maar niet op de rommel
, poesía en neerlandés (2010). Ha traducido novelas, cuentos y poesía del inglés, neerlandés, afrikáans y francés. Sus traducciones más recientes han aparecido en las antologías Narrar Ámsterdam
y Cincuenta poetas de Ámsterdam
. Ha escrito piezas teatrales en neerlandés, que fueron estrenadas por el Rotterdams Centrum voor Theater. Este año aparecerá su nueva traducción íntegra de los Cantos
de Ezra Pound. Algunos Cantos traducidos se pueden encontrar en el Periódico de Poesía de México
, y en el blog de Jorge Aulicino, “Otra iglesia es imposible”, http://campodemaniobras.blogspot.com/.