Lo miró
una alucinación entre tanta sangre
la puñalada se apartó del pecho
fue directo al ojo
al ojo
la mano entera se adentró en el ojo
en el hedor inmundo de la ceremonia frenética
lo miró
todo cubierto de la cabeza a los pies
todo
los pies ocultos
el cuerpo todo
escondido
lo miró
una alucinación entre tanta sangre
lo miró
y mirándolo se abrió un espacio en esa luz fulminante
en esa luz que chocaba mostrando ese cuerpo cubierto
el hombre
ataviado de la cabeza a los pies
oscuro
oculto
oscuro
ahora extendido oscuro sobre él
la potente luz detrás lo cegaba
suspendido el tiempo
una ranura de sombra
un instante
suspendido
sintió su cuerpo cansado
sus tendones exhaustos
la sangre seca ya cubriéndolo en su más absoluta desnudez
el hombre ataviado con la potente luz detrás se le pegó en el cuerpo
como la sangre seca
lo cubrió
se le adentro en la sangre su sangre
la sangre fresca
su sangre viva
extenuado
lo olió
miró sus manos en el puñal de esa piedra esmerilada tan
trabajosamente
afilada
y la usó
de nuevo
sobre el hombre
sobre el hombre cubierto que oscuro estaba sobre él
usó sus manos
uso la piedra
la usó
y
sangró su sangre sobre sí
fresca
diáfana
brillante.
Marcela Manuel, 2017.
Mi Amor es un Mundo, Viajera.