Mi Amor es un Mundo
por Delfina Uriburu
Mi amor es un mundo es un viaje a un mundo interior poblado de imágenes potentes. En ese recorrido el lector va transitando, a la vez, su propia ruta porque cada poema muestra paisajes íntimos desde una mirada particular pero que por su profundidad son universalizables. El amor, el cuerpo, la palabra, la naturaleza, la identidad y la marea interna de la mente son esos temas que siempre vuelven. Este yo poético los transita sabiendo que lo importante siempre es la pregunta:
¿es verdad que veo?
¿imagino lo que ocurre?
¿o solamente creo que estoy viendo lo que quizás es
un montaje
una escenografía
en la grávida reflexión que me embarga ahora?
El sonido en este libro es protagonista. En una larga canción, la autora nos sumerge en un mar y nos va llevando. La repetición también es importante, pero no sólo como una cuestión formal sino como un juego fascinante, una forma de descubrir la palabra, sacarle todos los significados posibles, escurrirla, examinarla como a una muestra de laboratorio y dejarla ahí para que todos puedan verla. El cuerpo aparece condensando esa palabra, ese decir único que nos hace humanos porque ¿qué somos si no lenguaje? Un lenguaje de amor y agua. Hay un recorrido del cuerpo a la palabra y de la palabra al cuerpo, donde la poesía hace un zoom infinito.
Somos un lenguaje lleno de luz (las risas del alba, casi/ las risas de tanta ruta/ la potencia del mundo en las manos/ kilómetros de amor), pero que también puede volverse gris por momentos (muchos pies/ un silbato/ una puerta se cierra/ un ambiente denso cargado de llegadas a horario).
Y quizás es esto lo más valioso del poemario: que tanto la luz como la sombra construyen la voz de un mundo.
Un mundo brumoso y salado que vale la pena navegar.