Ocurre cada tanto: una hiperkinética mente me tumba el sueño,
lo escamotea, lo distrae y letras palabras imágenes se suceden sin
cesar
una tromba, un torbellino
un maremoto incesante de múltiples escenas
y el horizonte perdido en ese sin fin de sinapsis trasnochadas
A la carta, a la marcha, anda, deambula ufa! mi mente
y se articula con el sonido en estéreo de mi respiración
acompasada, se camufla en la pantufla que suena arrastrada
sobre la pinotea que rechina encandilada por la vela llameante
de la noche que se hace diurna.
Ocurre, cada tanto que de tanto no pensarte me asalta
impertérrita toda tu ausente presencia, tu silencio, tus
monosílabos entrecortados, tu nada omnipresente, tu boca
entreabierta, tu cara efigie de nada, tu pequeña inflexión
monocorde que avisa en un apenas perceptible gesto
que algo ocurre.
Ocurre cada tanto y ocurre
y se enfada mi espalda en la enésima vuelta de mi desacomodado
sueño y
ocurre
cada tanto
y ocurre
y ocurre ahora
en esta primavera de noctambulismo intenso en donde se
presenta tu cara, tu boca, tu increíble boca mutis, tu nada de
nada en la profundamente encamotada noche insomne
y en el silencio de esta noche turbada en color negro, re-negro,
renegrido
estalla mi sueño escalpado
en la mañana
trastocada
cada vez que ocurre ese parpadeo intenso
ocurre cada tanto
y ocurre
y la noche se trunca en la memoria escondida del corazón
palpitante
ocurre, cada tanto
y ocurre.
Marcela Manuel, Mi Amor es un Mundo.
Viajera, 2017.