el blanco
el puro blanco donde se detiene el foco
el blanco texturado
los finos hilos rojos
el blanco retinal
el iris la pupila la órbita
el ojo
la pestaña que cae como la hoja de un calmo día otoñal
las largas pestañas
las cejas tupidas que cruzan el tabique como un puente de hierbas
la nariz
los ojos cerrados
la boca dibujada
la cara
la suave piel de finísimas arrugas
la cabeza apenas inclinada
el pelo ondulado que cae dócil
el cuello erguido
los hombros frágiles
la malla de lycra
los pezones
las finas caderas
las calzas de lana gris
las polainas negras
las piernas flexionadas
el salto
el espacio entre el suelo y el pie
el giro
el apoyo
el cuerpo
las proporciones
un brazo se acerca
dos manos que se tocan
se sostienen
se acarician
el escenario
la escenografía
la escena
el teatro casi lleno
el telón bordado
las luces
el elenco
los aplausos de pie
los asientos golpeando contra el respaldo
los saludos
las señales de salida
los carteles luminosos
las librerías
el invierno
las mantas heladas
los chicos que piden
las pizzerías
corrientes
el obelisco
la noche oscura
el frío
el bajo
el río
el viento
olor a mar lejano
el puerto
los barcos pesqueros
las olas
la corriente
la luna
el hemisferio
la Tierra
la luz de las estrellas
las constelaciones
las órbitas
el universo todo
la luz y la oscuridad
El cuadro, ése es el gran problema. Cómo encuadrar, dónde poner el
foco. La relación entre lo que se ve y lo que no se ve, lo que se oculta
y lo que se muestra, lo que se sostiene y lo que se suelta. Las palabras
detrás de las palabras. El vertiginoso abrir.
andábamos de la mano
noche adentro
solos
de pronto te detuviste asustada
–¡Hey! ¿dónde estamos?
–Perdidos, te dije
me miraste seria pero no pudiste contener la risa
y nos reímos juntos a carcajadas
nuestra risa como un faro iluminando el camino
nos abrazamos
acaricié tu cara fría
enredé mis dedos en tu pelo
y nos besamos
nos besamos
nos besamos
enamorados
otra vez
Aníbal Ilguisonis, El tiempo de la flor.
