me disolví
tierra apelmazada
se confunde
con las piedras
y al final
no era más que polvo
deshaciendo
me creí viento y floté
dejé que mis piernas soltaran el suelo
la tierra húmeda
negra como raíz
quedé tan
tan leve
que no pude evitar
llegar hasta las copas verdes las más altas
frondosas cristalinas
y por un segundo
ínfimo no sé
fui yo
quien se dejó acariciar
viento precipitado
sobre mí
un ser propio
sobre estas manos
se reciben con la brisa
el viento
la presión que las hace vibrar
tintinear
hoja delicada
movediza
tierna en el monte
descubren
uno al otro
puedo oírlo
¡puedo oírlo!
tan claro como si nunca
hubiese faltado
tan claro como un juego
leve
en el que la vida se va
Nicolás Alonso, Suspendido.
Viajera, 2019.
