Ahora entiendo un poco más, aunque casi nada.
Las vocales sonoras bajando por calles chiquitas
se doblan
ramifican
vuelven a subir.
Hágale pues
¿sí o no?
Hay muchos azules, naranjas, amarillos, fucsias
se remueven hacia arriba por las paredes
siguen la salsa
a todo volumen a la orden mi hermanito
sale una señora bailando
¿agua panela? ¿lulada?
¿raspadito de guanábana con limón?
Y me pregunto
a la vez
cómo no iban a existir
estas vocales
cinco décadas de guerrilla
el cartel de Medellín
los parapoliciales
las milicias
entre tanto verde
si todos vivieron
secuencias ya íntimas
al lado de sus casas
mansiones estrafalarias de un día para el otro
desafiando qué
de lo precario “latino”
barrios enteros
se quedaron sin trabajo
en la selva no se grita
sin movimiento
sabido todo el territorio
al patrón no se le pregunta
sin aire
abuelas madres a niños
por ahí no hay que pasar.
Entiendo a las ciudades resistiendo
para no irse
entre el bosque tropical, la selva, los nevados
cocoras, palmas, plátanos
aguacates
tomate de árbol, granadilla, papayuelos
al costado de los ríos
hay gatos
estatuas semivivas
custodiando
el cemento
la transición
los puentes aéreos apilados.
Cómo no iba a existir
la Pompeya del siglo veinte
el volcán de Ruiz nevado
en el extremo septentrional de los Andes
divididos acá en tres
como una garra o pata de ave precolombina
cumanday en alerta roja
su verdadero nombre
te lo hacen gritar
a cinco mil metros hacia abajo
el eco se apaga rápido de tanto frío
pero es un golpe
una ofrenda
Armero:
los más de treinta mil cuerpos
de un momento a otro
petrificados.
Quedan tibias
las piedras embarradas
cuando pasa la tercera tormenta de un día de sol
demasiado fértil
avanzan hacia arriba
verdes, rojos, púrpuras
se retuercen tantas hojas gigantes
por Salento
Manizales
San Cipriano
suenan bonito
mi señor
¿un poquitico más?
encocado
sancoche
cholada
patacón
aborrajado frito
sudado de trucha a la diabla.
Cómo no iban a existir
migraciones venezolanas hacia cafetales
por la línea afro
antioqueña
hacia el Valle de Cauca
una nueva Cartagena de Indias
Cali
se hace caracol
enrosca en idiomas comidas salsa para cantar
hay un delirio por año
bien chévere
bien rico todos compadres
en las afueras
vienen de todo el mundo a bailar:
la segunda ciudad negra
del continente.
Cómo no
claro
va a existir
la región del Catecá, Putumayo y Amazonas
las Serranías del Chirimiquete
le llaman
ahora
parque nacional natural
luego de julio del dos mil dieciocho
por comunidades como los Uitoto
Tucano, Cubeo, Matapí
que recién hace unos años
nos descubren.
Cómo
no iban
a convivir juntos
todos estos planos en el relieve
de un mismo nombre
un viaje
un texto
un país.
No sé la respuesta
las causalidades histórica-simultáneas
su hilo narrativo
pero hay algo de obvio
un entendimiento nulo
una intuición
que solo otorgan las ciudades
al caminar
ese intento permanente de existir
en proliferación vegetal
sin bordes.
Axel Levin, 2019.