Pero hubo un tiempo en que el mundo era liso
como la piel de una fruta lisa.
Clarice Lispector, La manzana en la oscuridad
yo su perla
luz nueva en lo oscuro del mundo
de las palabras, su suavidad
yo escuchaba y creía como planta bajo un árbol
en la sombra cálida, su ojo exacto y su explicación
el abrazo sin brazos
muchas veces sin voz
se mantenía intacto ante mí
con su postura y solución
sostenía mi vértigo como si fuera una pluma
me dejaba ondularme
como hoja mueve viento, yo podía
en su sombra estar
así y también
siempre arraigada
y me hice
fuerte como selva, entre grietas que no vi
estiré piernas y bocas por suelos extraños
encontré
exóticas tierras desparramadas
me fasciné
me perdí
reencontré
fui oscura y luminosa pero sobre todo corteza
me mantuve
en este cuerpo pero otro
y era el agua clara, en suave fluir
deslicé mis ramas de cartón
de árbol
de hueso al fin
un día
blanco y relámpago como espejo natural
se cristalizó
mi jardín de caminos claros, en un pasado
endureció mi piel
y el andar dudoso
su sombra
se hizo nube y perfecta
al anunciar la lluvia
y el frío previo
me miré empapada cuando el pelo tapaba los ojos
escurría mi boca
dejándome
sin palabras y sin cara
descampada
donde no hay voz y no hay selva
como enredaderas partidas, mis piernas
hoy se caen sin parar
Belara Michán, cuerpoadentro.
Viajera, 2011.
Categorías