Se cree una amazona.
Sube al caballo y cabalga con furia.
En mitad de la subida
recuerda su miedo a las alturas
su terror a estar sola
y se detiene.
Mira alrededor, no ve a nadie.
Está sola
arriba de un caballo
con la mirada asustada
y la piel temblorosa.
El viento arremete contra su pelo
los jirones le pegan en la cara como pequeñas laceraciones que buscan despabilarla.
El sol se cuela entre sus orejas, se detiene en su espalda, se instala en la cintura.
Ella siente los golpeteos, el calor lacerante.
Arquea la cabeza y escucha un relincho inesperado.
Entonces grita guerra en un idioma inventado
lanza flechas
(como si supiera)
y ríe desaforada por lo que viene, por la aventura que su cuerpo adelanta, por el desmedido placer
que
se avecina.
Loreley El Jaber, La Playa.
Viajera, 2010.
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