Hojas del piso
sonrojan
junto al viento
impetuoso
gris
casi transparente
alborotado
puedo sentirlo
en el silencio musgo
penetrar los vidrios de la habitación
y relamer con la punta de su lengua
cada flor sobrante el otoño
puedo verlo
enfriar el aire de sabor amargo
garganta
succionando sus brillantes
dejándolas morir
titiritando
en ese rincón invisible y avejentado
donde me vislumbro desnuda
en cuclillas
reseca
enmudecida
diferente
mordida
transmutada
líquida
boca violeta
Sofia Ciravegna, 2015.
Viajera de Otoño