Glitteratura * Eva Lafranchini

GLITTERATURA

Es uno de los movimientos artísticos/literarios más importantes de comienzos del siglo XXI, originado en la ciudad de ABBASTO.

Un manifiesto literario publicado en 2003, define este nuevo estilo como «enemigo de la solemnidad, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva y racional». Para los glitteratos, el mundo es un maravilloso misterio para explorar, y el poeta, para ello, debe tener sus petates listos para emprender el viaje en cualquier momento y circunstancia, al infinito y más allá.

Se considera que la Glitteratura nace formalmente con la publicación de Ese brillo incandescente, libro emblemático de Karina Glenda Macció.

El escritor Paul The String Vüllner, a quien Macció apreciaba en gran medida, influyó decisivamente en el movimiento al proporcionarle la particular identidad visual que destaca a esta corriente literaria.

La estética desenfrenada e irreverente de la Glitteratura fue desarrollada por Gabriela Dulcinea Oshola y Virginia Frida Janza, dos pilares fundamentales en lo que a la performática poética se refiere. Ambas fueron duramente cuestionadas por la crítica tras la incursión en el arte escénico. No obstante siguieron adelante, ignorando comentarios maliciosos y redoblando las apuestas: actualmente están editando su primer Long Play, titulado: «Púdranse todos, yo no me bajo del escenario».

Ya en el año 2010, el movimiento había atraído toda una generación de jóvenes escritores cansados del fatalismo melancólico y con ganas de salir a las pistas.

A bailar.

Orígenes y precursores

La Glitteratura fue en sus comienzos una forma de reaccionar contra el establishment, que imponía bajo dictamen protocolario una estructura narrativa fundacional. Estos idealistas exaltaban la realidad cotidiana y la ubicaban por encima del ideal, pensamiento que provocó un fuerte rechazo en las nuevas generaciones de escritores y ensayistas argentinos, llevándolos a pronunciarse a favor de una escritura libre, imaginativa, divertida y chichonera, pero no por ello poco seria.

Como ya lo mencionamos antes, la primera escritora en reaccionar enérgicamente fue la poetisa Karina Glenda Macció, hoy considerada madre de la lírica moderna y punto de partida de movimientos como Los Libromaniáticos, El Viajero Borderline y El Demoño Parakultural. Sus obras, entre las que destacan Las flores del Hall, La Pérdida o la Pérfida, No te atrevas a dejar la pista sin bailar este tema conmigo, fueron tan renovadoras que algunas de ellas se censuraron por considerarse inmorales, al retratar sin tapujos el uso de drogas alucinógenas, el nudismo, el consumo desmedido de azúcar refinada y la haraganería.

Otros dos precursores de la Glitteratura fueron Edward Le Pèp y Marcel Trumpeteür. Estos dos poetas fueron decisivos en la consolidación del movimiento. Le Pèp, que contaba con 35 años, fue el más influyente. Vagabundeaba día y noche por los alrededores de la llamada Guarida Glitteraria, para luego presentarse en las reuniones con la ropa sucia o en estado etílico, hechos que rápidamente le dieron mala fama y el sobrenombre de «garçon terrible». Sus obras más representativas fueron Un ratito en el Averno y Fumigaciones.

En cuanto a Trumpeteür, su obra «Yo maté a Lord Burton, y qué?» se convirtió en el más influyente escrito dentro de la Glitteratura hasta esa época, mostrando la verdadera esencia del movimiento: la desfachatez.

A la par de ellos una camada de geniales escritores y escritoras lanzaron sus obras a las calles, invadieron la cultura porteña y llevaron a toda Latinoamérica sus voces vibrantes, inquietas, plagadas de brillo y glamour.

Se destacaron, entre otros: Axel Tamá Gochí Levin; Sofía Annetta Bernardina Tagleatelle; Alice Inchain; Diamantine Pretel Mouragê; Gabrielle Apricote Arzamendí Aristeggí; Gabrielle Sauvage Tavolère, Hannibal Helmut Illinoisen; Grace Hot Le Reis; Marcela Bernadina de los Azahares Manuel; Myrna Eugenia Brigitte Coiro; Evita Bomboné Lanfran Cotê, y más, muchos pero muchos más…

Fuente: Eva Sioux Lanfranchini