(La historia es simple: no hace falta escribir un cuento, ni mucho menos una novela para exponerla. Basta con un relámpago.)
Él ya hacía cierto tiempo que andaba con ganas –más bien con la imperiosa necesidad– de abandonarla. Por eso, y como era un perfecto caballero, empezó a comportarse con ella como un reverendo canalla: a maltratarla, a humillarla, (escatimaremos los detalles) para que fuera ella la que ejerciera la prerrogativa, tuviera el honor, tomara la decisión de repudiarlo a él.
De más está decir que ella, para más astutamente atormentarlo, soportó estoicamente todo ese maltrato. Y vivieron felices.
Jan De Jager, Relámpagos II.
Viajera, 2016.