¿Por qué en la literatura argentina no existen libros como Alicia en el país de las maravillas, Oliver Twist, Las aventuras de Huckleberry Finn, El cazador oculto oFrankie y la boda, por mencionar modelos universales de narraciones protagonizadas por niños? En el siglo XIX, la literatura nacional abordaba los conflictos sociopolíticos y, como era de esperar, los representaba con gravedad (aunque en ese entonces Miguel Cané escribió Juvenilia). En el XX, las temáticas urbanas y «adultas» relegaron a los chicos a las memorias (como Cuadernos de infancia, de Norah Lange) y a los universos discretos de los cuentos. Silvina Ocampo, Manuel Mujica Lainez, Álvaro Yunque, Julio Cortázar, Abelardo Castillo y Angélica Gorodischer recrearon infancias malévolas, audaces, sufridas o fantásticas. Imposible olvidar Las tumbas, de Enrique Medina, o «El niño proletario» de Osvaldo Lamborghini, textos en los que se condensaban las tensiones sociales de los años 70. Manuel Puig aportó lo suyo con La traición de Rita Hayworth, protagonizada por Toto, el niño fanático del film Sangre y arena. No obstante, en los años recientes varios libros de escritores locales crearon, si no una tradición, al menos una región habitada por chicos y chicas de novela que creció con experimentaciones, búsquedas y mitologías. Vera Fogwill, Lucía Puenzo, Cecilia Szperling, Juan Diego Incardona, Luciano Lamberti, César Aira y Sergio Bizzio, entre otros, ensayaron narraciones donde la niñez relumbra en un arco de aventuras y posibilidades.
Sol en Leo. Cristina Eseiza. Viajera Editorial, 2016
«María Alejandra, la protagonista de Sol en Leo, está inmersa en una realidad cambiante, la de los años 60 -cuenta la autora de esta novela que recupera un espacio privilegiado por la literatura nacional: el Colegio Nacional de Buenos Aires-. La chica se debate entre designios familiares, exigencias intelectuales y búsquedas personales, mosaico demasiado complejo para un espíritu en formación. Alumna de un colegio de élite, su paso por el Nacional de Buenos Aires será el rito iniciático con que la sociedad de ese entonces le da la bienvenida al ruedo intelectual. María Alejandra aceptará el desafío endulzándolo con el amor infantil, novelero y fantasioso como su imaginación. Se enamora de Paco, un compañero de estudios, leonino egocéntrico y hermoso que inaugura su galería de codependientes, aunque por entonces, él ni siquiera sabe qué puede ser eso.» La mirada de la narradora resuena en el grupo humano que describe: «De todas formas, mirándonos con ternura, sólo advierto dos niños asustados e inexpertos, irrefrenablemente arrastrados hacia un destino desconocido por las hormonas, el amor y los mandatos sociales». Eseiza fue alumna de «el Colegio» y es profesora de literatura.
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Daniel Gigena