Rezuman köl, jaimas, oasis los ojos negros, incandescentes de Raquel y Vidas.
Tafetanes violáceos y mohaires amarillos cubren sus cuerpos leves y morenos.
Brilla la codicia en las pupilas hurañas y en los dientes de sílice. Esperan.
Hay danza de huesos en los dedos acerados, en las sortijas con zafiros.
Con tules rosados ocultan las arcas rechonchas de Mío Cid. Espían, anhelan.
En eclipse consigo misma, la luna sedienta se los bebe entre la penumbra.
El oro refulge inmóvil en alforjas de brocato. Lo dejan ir, confiados.
Oculta, la arena sonríe satinada la mentira fugaz del resplandor fariseo.
Cristina Eseiza, Montgomery de lana roja.
Viajera, 2018.