Ni siquiera tú sabes
por qué lo hiciste.
Quebrado como un perdedor
en el altar de tus esperanzas
perseguiste sin pies
sombras migrantes
por caminos inciertos.
Lloraste sin lágrimas
penas secadas por la mente.
Tú eres un enfermo,
no un perro de castigo
Suelen llamarte criminal
con palabras que desprecian la compasión:
vanidad de estampa
que no es de cristal
sino de ceniza esparcida
sobre tu dolor.
Ernesto Carnevale, Viviendo.
Viajera, 2015.
Traducción Mario Francisco Bernvenuto