La poesía no es sólo palabra: es también espacio, una puesta en escena que significa a la vez y junto a lo verbal. Por eso al entrar, miro. Presto atención sobre todo a los colores. Hay rojo, naranja, fucsia, amarillo. El escenario está decorado con luces y telas de tonalidades cálidas. Me siento cerca y espero a que se pongan en juego.
El evento empieza con un primer bloque de Minuto Fuego. Un grupo de autores hace una lectura de poemas de un minuto con ejes que giran alrededor del fuego y la pasión; ahora es cuando los colores dejan de ser mera estética y acompañan activamente la lectura. En papel, los blancos son vacíos llenos de significado. En Minuto Fuego, los colores cálidos enmarcan y refuerzan lo fogoso. El sentido traspasa los límites de la palabra; la voz y el ritmo también lo marcan de una manera que no puede determinarse por escrito. La lectura de poesía es una especie de reapropiación de la obra: ya no le pertenece al lector/oyente, sino que los autores se permiten marcar una determinada clave de lectura. No somos nosotros los que leemos, sino ellos quienes nos leen a nosotros. Es un trabajo de escritura, lectura y escucha.

Una vez dentro, escucho a Madonna en What it feels like for a girl mientras se proyectan fotos que ilustran la temática stripper. Karina Macció y Eugenia Coiro hablan acerca de la autora, Gabriela Tavolara, y el proceso que implicó el armado del ansiado libro (noto la estrecha relación entre autor y editor, lo cual es un detalle interesante para tener en cuenta). Cuando la introducción termina, Gabriela sube al escenario para leer fragmentos de su obra. Es una lectura que juega con lo visual y lo sonoro mediante la vestimenta, gestos, cambios de voz y representaciones del material leído; es el espacio en blanco traducido a cuerpo.
Luego de la presentación de Strip-Dancer, el foco se pone sobre Viajera Editorial. Karina anuncia el lanzamiento de Viajera Virtual y cuatro títulos disponibles ahora sólo digitalmente: su libro La pérdida o La perdida, La cajita de Pandora, de Virginia Janza, Bengala Hotel, de Eugenia Coiro, y Léame y Reléame, de Nicolás Di Candia. A modo de estreno, los autores leen poemas de sus libros relanzados desde medios digitales. Hay un cierto orgullo y emoción en la noticia, que creo que es bastante palpable.
Empieza el segundo bloque de Minuto Fuego. Alguien llama por teléfono a una señora cerca de mí (aunque en realidad no se escucha o es casi inaudible). Eso la pone nerviosa y hace que tenga muchas dificultades para silenciarlo con la mano derecha (mientras sostiene una copa con la izquierda). Es como si Minuto Fuego hiciera arder lo que toca, porque cada vez que la señora agarra el celular, se le escapa como si quemara. La situación llega a un punto en que me ofrezco para sostenerle la copa, pero creo que no me doy a entender. Finalmente, sale victoriosa y logra cortar la llamada. Minuto Fuego arde en el público de maneras bastante curiosas.

El evento cierra con un último bloque de Minuto Fuego. Termina como empieza: lleno de pasión y expectativa. Porque la poesía no se acaba en el final de la hoja, y siempre hay nuevas maneras de hacerla significar. Estas alternativas son las que Viajera Editorial explora y le presenta a su público, con la intención de despertar en él un deseo de búsqueda de nuevos sentidos propios. Desde videos, dibujos o performances, la poesía se presta a una infinidad de expresiones a las que el lector está invitado a descubrir, crear y participar.
Carolina Calvo, 2014.