Gabriela Pedrotti en el Museo de la Lengua y la Literatura

 

Poetas

¿Por qué se suicidan las poetas?

¿Cuánto dura una poeta? Será que…?

Alejandra, Silvia, Alfonsina, ahora Marina se tienen que ir de la vida para seguir escribiendo.

La vida mata.

Es cierto.

Son mujeres que dan puntadas, que te apuntan al pecho, ¿será que dan pasos sin hilo? ¿Sólo agujerean sin costura?

No hay hilo que organize perspectiva.

Imposible sin un continuo, sin un contorno la poesía es la discontinuidad, es el ejercicio de lo efímero

reside en su acabarse,

del terminar en lo comenzado,

no sabido que dice.

Ellas.

Ya están habitadas por lo oscuro, ¿porqué dejan de iluminar?

¿No saben que acompañan?

¿No se los dijeron?,

ustedes acompañan.

Entiendo que a ustedes nosotras no les alcanzamos.

Entiendo esa sensación de no encontrar hueco en la vida, las letras nos contornean pero a veces no alcanza. Hace falta una, un hilo, un discurrir, un ir hacia y volver, una tanza. Puntada tras puntada se arma la trama, superficie plana que se cava cuando clava y se rescata cuando emerge dichosa de la oscuridad donde se hundió.

Aguja, aguda, columpiándose en idas y vueltas, hace falta.

Puntada con hilos.

Agujeros hilados.

Cuando tenga ganas de matarme, pensaré en esta carta, y la furia que me da enterarme de que semejante acto, se lo llevo esa estúpida banalidad de morirse de verdad.

 

Gabriela Pedrotti.