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Yunque – Czikk en el Museo de la Lengua y la Literatura 28/9

 

YUNQUE

 

Señaló su tumba y dijo: tenés que cuidar de él

de su hermano, a mí me dijo y agregó: él era un ángel

mora allí en Tablada desde octubre del 45

su foto en la lápida revelaba cuidado de 60 años

mantenimiento que mi tía aseguró,

me pidió relevo ya agotada

o temiendo con su propio fin una segunda muerte para Carlitos.

 

Tendría que estar ahí.

 

Sentí un yunque cayendo sobre mi cabeza

de hierro torneado por las manos de mi abuelo

con mi padre cuando tenían su fundición de metales

pero allí no trabajó el tío porque se había ido antes

dicen que en un descuido de mi padre

mi tía afirma que Carlitos igual no iría a vivir mucho

porque era demasiado bueno (tiene pruebas para demostrarlo:

aquel dinero que un día encontró y devolvió a su dueño)

claro, demasiado bueno para vivir por siempre.

 

Mi padre nunca habló de su hermano, mi tío

quien murió camino a la cancha

parece que tenía que cuidarlo y se cayó

del colectivo y lo pisó un camión, me contó su hermana

mi abuela lo lloró y estoy seguro porque también lloraría a mi padre

cuando él murió, mi abuela aún vivía

y tuvo que enterrar

a otro hijo

más

igual

no iba a vivir mucho, por bueno.

 

Tendría que estar ahí.

 

Me cayó algo sobre la cabeza del exceso de bondad

de la culpa y del descuido

un ángel que no iba a vivir demasiado por su generosidad

en cambio los malvados han de sobrevivir siempre

Job eternizado huérfano de dios

alguien superior se ha ausentado de la historia.

 

Tendría que haber estado ahí

 

Se precipitó sobre mí una carga (¿cruz?)

visitar al cementerio para hacer la recorrida

en una punta: los padres de mi madre, juntos uno encima del otro, se protegen y cuidan

en la otra: mi padre cerquita de mis abuelos (casi parece mirarlos de reojo desde su foto)

luego más alejado de todos: mi tío, solito que mira a una pared.

 

Tendría que estar ahí

 

Imagino a los tres, con mi tía siempre inquieta, movediza y un poco bruta

ella desafiando a los dos varones, que empiezan a correrla sin motivo

entre las pesadas macetas de cemento del patio de baldosones en Pompeya

corrían y no era chiste, si la agarraban iría a llorar, pero mi abuelo Simón

sospecho (no poseo certezas) los agarraba a los dos y favorecía a ella por sexo débil

pobre Sarita, paren ustedes dos, que son hombres, a dormir sin comer.

Mi papá le contaba algún secreto desde la cama (ya estaban castigados)

un deber que no había hecho, la chica del barrio que le gustaba

mi tío contemplaba, escuchaba: sus ojos celestes eran puros

un ángel a punto de caer. Nadie lo sabía, porque era exageradamente bueno

tan bueno que no iría a vivir mucho más.

 

Octubre es el primer mes de calor, justito después de las fiestas

entonces es el nuevo año después del Día del Perdón

cuando dios ha inscripto en el libro de los vivos, ya selló

ya firmó, ya aseguró todo y le hemos cantado después del ayuno

la imploración: traicioné, delaté y mucho más

dios no nos abandones, acá estamos orando y nos portaremos bien.

Nada que fuera un problema para un ángel.

 

Tendría que estar ahí

 

En octubre la temporada de fútbol está a pleno

Huracán, el globito aerostático está elevándose en aquel año

no quiere ir al descenso y mi tío le pide a su hermano: llevame por favor Mario

es domingo y ya comieron en la gran mesa con tíos y primos

el solcito calienta Pompeya y la modorra afloja la tozudez de Simón y Berta

no va a pasar nada, Mario me cuida, dale

esta vez dejan ir a los hermanos que no se la quieren perder

los hinchas gritan por las ventanillas y todo es algarabía:

el sol, el vientito apenas refrescando el alma para una tarde de promesas.

 

¿Tendría que haber estado ahí?

 

No se quieren perder nada, se cuelgan del estribo, un poco cada uno

El globito apasiona y los hinchas alentaban una tarde de emoción

casi explotaban por el aire

desesperados por llegar

comprar las entradas

Carlitos se desliza hacia atrás

no se explica Mario cómo sucedió

que lo ve caer y la cabeza golpear

gira y entonces el camión lo desinfla

le quita el alma en un instante

arrugando su vida.

 

El hermano grita pero es tarde.

 

Tendría

 

¿No estaba inscripto? ¿No había sido un ángel bueno? y ¿Por qué él?

octubre es un mes cálido y las noches son aún frescas

por lo tanto (imagino) un velatorio sin exceso de frío o calor

con un grito de mi abuela Berta

(eso sí lo escuché yo)

idéntico a cuando falleció mi padre

yo tendría que estar ahí

yo tendría que estar ahí

 

La veo a Berta cuando voy a recorrer el cementerio

ahora tiene consuelo porque yace cerca sus dos hijos

entre tanto, mi tía no quiere olvidar a mi tío.

 

Yo tendría que estar ahí

 

Camino este octubre por el sendero

el dolor no se calma y los duelos no se colman nunca

apenas quedan emparejados

rasos como el césped y la tierra

cuando todos llegamos al cementerio.

 

Ricardo Czikk

 

Ayumi_Tanaka07