El sol de otoño me tocó el pómulo y con una caricia tibia expandió mi pupila.
Una mirada distinta. Trasluz. Transparencias. Estrellitas titilantes me obnubilan. Rayitos me atraviesan dibujando pequeñas sonrisas. Danzar en la simplicidad. Trenzar la inocencia. Querer atrapar lo efímero, es un juego de niña.
Magia que desaparece en un puño.
Las pelusas acompañan el vaivén del fulgor. Caer en la luminosidad de lo invisible.
Cascaritas anaranjadas se desprenden. Desgranan.
Las sentí orbitando alrededor de mí. Y con un suspiro suave pulularon por los aires. Envolvieron.Volaron. Flotaron. Viajaron circulares, ellas fueron redondas.
Se transformaron en mariposas de colores, se hicieron luz.
Un amarillo suave y penetrante.
Destellos me habitan y de pronto todo se desprendió.
Ligero degradé.
Soy Promesa. Eco y Hueco. Sonido brillante.
La intensidad y el ardor se disipan, hoy tibieza
Sol de Otoño. Libertad de Sentir.Un reverberar en mí me despega.
Gabriela Aristegui, 2017.