YUNQUE
Señaló su tumba y dijo: tenés que cuidar de él
de su hermano, a mí me dijo y agregó: él era un ángel
mora allí en Tablada desde octubre del 45
su foto en la lápida revelaba cuidado de 60 años
mantenimiento que mi tía aseguró,
me pidió relevo ya agotada
o temiendo con su propio fin una segunda muerte para Carlitos.
Tendría que estar ahí.
Sentí un yunque cayendo sobre mi cabeza
de hierro torneado por las manos de mi abuelo
con mi padre cuando tenían su fundición de metales
pero allí no trabajó el tío porque se había ido antes
dicen que en un descuido de mi padre
mi tía afirma que Carlitos igual no iría a vivir mucho
porque era demasiado bueno (tiene pruebas para demostrarlo:
aquel dinero que un día encontró y devolvió a su dueño)
claro, demasiado bueno para vivir por siempre.
Mi padre nunca habló de su hermano, mi tío
quien murió camino a la cancha
parece que tenía que cuidarlo y se cayó
del colectivo y lo pisó un camión, me contó su hermana
mi abuela lo lloró y estoy seguro porque también lloraría a mi padre
cuando él murió, mi abuela aún vivía
y tuvo que enterrar
a otro hijo
más
igual
no iba a vivir mucho, por bueno.
Tendría que estar ahí.
Me cayó algo sobre la cabeza del exceso de bondad
de la culpa y del descuido
un ángel que no iba a vivir demasiado por su generosidad
en cambio los malvados han de sobrevivir siempre
Job eternizado huérfano de dios
alguien superior se ha ausentado de la historia.
Tendría que haber estado ahí
Se precipitó sobre mí una carga (¿cruz?)
visitar al cementerio para hacer la recorrida
en una punta: los padres de mi madre, juntos uno encima del otro, se protegen y cuidan
en la otra: mi padre cerquita de mis abuelos (casi parece mirarlos de reojo desde su foto)
luego más alejado de todos: mi tío, solito que mira a una pared.
Tendría que estar ahí
Imagino a los tres, con mi tía siempre inquieta, movediza y un poco bruta
ella desafiando a los dos varones, que empiezan a correrla sin motivo
entre las pesadas macetas de cemento del patio de baldosones en Pompeya
corrían y no era chiste, si la agarraban iría a llorar, pero mi abuelo Simón
sospecho (no poseo certezas) los agarraba a los dos y favorecía a ella por sexo débil
pobre Sarita, paren ustedes dos, que son hombres, a dormir sin comer.
Mi papá le contaba algún secreto desde la cama (ya estaban castigados)
un deber que no había hecho, la chica del barrio que le gustaba
mi tío contemplaba, escuchaba: sus ojos celestes eran puros
un ángel a punto de caer. Nadie lo sabía, porque era exageradamente bueno
tan bueno que no iría a vivir mucho más.
Octubre es el primer mes de calor, justito después de las fiestas
entonces es el nuevo año después del Día del Perdón
cuando dios ha inscripto en el libro de los vivos, ya selló
ya firmó, ya aseguró todo y le hemos cantado después del ayuno
la imploración: traicioné, delaté y mucho más
dios no nos abandones, acá estamos orando y nos portaremos bien.
Nada que fuera un problema para un ángel.
Tendría que estar ahí
En octubre la temporada de fútbol está a pleno
Huracán, el globito aerostático está elevándose en aquel año
no quiere ir al descenso y mi tío le pide a su hermano: llevame por favor Mario
es domingo y ya comieron en la gran mesa con tíos y primos
el solcito calienta Pompeya y la modorra afloja la tozudez de Simón y Berta
no va a pasar nada, Mario me cuida, dale
esta vez dejan ir a los hermanos que no se la quieren perder
los hinchas gritan por las ventanillas y todo es algarabía:
el sol, el vientito apenas refrescando el alma para una tarde de promesas.
¿Tendría que haber estado ahí?
No se quieren perder nada, se cuelgan del estribo, un poco cada uno
El globito apasiona y los hinchas alentaban una tarde de emoción
casi explotaban por el aire
desesperados por llegar
comprar las entradas
Carlitos se desliza hacia atrás
no se explica Mario cómo sucedió
que lo ve caer y la cabeza golpear
gira y entonces el camión lo desinfla
le quita el alma en un instante
arrugando su vida.
El hermano grita pero es tarde.
Tendría
¿No estaba inscripto? ¿No había sido un ángel bueno? y ¿Por qué él?
octubre es un mes cálido y las noches son aún frescas
por lo tanto (imagino) un velatorio sin exceso de frío o calor
con un grito de mi abuela Berta
(eso sí lo escuché yo)
idéntico a cuando falleció mi padre
yo tendría que estar ahí
yo tendría que estar ahí
La veo a Berta cuando voy a recorrer el cementerio
ahora tiene consuelo porque yace cerca sus dos hijos
entre tanto, mi tía no quiere olvidar a mi tío.
Yo tendría que estar ahí
Camino este octubre por el sendero
el dolor no se calma y los duelos no se colman nunca
apenas quedan emparejados
rasos como el césped y la tierra
cuando todos llegamos al cementerio.
Ricardo Czikk