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Karina Macció sobre Mineral y Sol en Leo

Hoy presentamos Sol en Leo de Cristina Eseiza y Mineral de Daniel Cáseres. Podría decir que fue el azar el que nos llevó a reunir estos dos libros, podría decir que armaban un conjunto atrayente: narrativa, una novela por un lado, y un libro de poesía, por otro. Todo esto sería cierto, pero creo que incompleto. Los encuentros serán casuales, pero al darse por completo, parecen mágicos, productos de una diosa llamada Fortuna, que saca a relucir las coincidencias que nos hacen sonreír. Voy a decir que estos libros tratan de un tema que nos impacta a todos, aunque lo hayamos leído, sentido, por qué no, evitado, un millón de veces: el amor. Sí, ya sé, ando con esto del amor a cuestas, qué podés decir vos, sí, yo, momento desdoblamiento, que hace años que venís con un proyecto de escribir lo amoroso? Borges afirma que sólo podemos leernos a nosotros mismos, que nuestras letras dibujan la cara que reflejamos en el espejo. Seguramente, sí, por algo estos libros llegan hoy acá, soy la editora, me encantan. Pero el hecho de sostiene: hablan del amor, y lo hacen de una manera tan diferente y exquisita que merece un breve comentario. Sol en Leo es una novela de iniciación. En particular, adoro estos relatos donde los protagonistas, acá es María Alejandra nuestra heroína, se enfrentan a ese tiempo donde cada cosa es nueva: el colegio secundario, en este caso, uno tan desafiante como el Nacional Buenos Aires; el primer amor, esa adoración incuestionable que sentimos por el otro, ceguera generada por el encandilamiento, no se puede más amar y amar, aunque no seamos correspondidos (es una falta mía no del adorado esa correspondencia despareja); el sexo, la primera vez, el descubrimiento de los cuerpos, de los gustos, la configuración de esos mapas de afectos que son líneas invisibles en nosotros; la política, la militancia en los 60 y los 70, la idea de que la juventud cambiaría todo, son esos chicos de Sol en Leo la juventud, y esas chicas que recién empiezan a ver que hay más que casarse y tener hijos. Y si bien enumero un tema entre otros al amor, vuelvo sobre esto y digo que es lo que engloba todos los puntos de la novela: amor al otro, amor a sí mismo. María Alejandra se debate entre construirse con lo que cree y lo que siente o intentar emparchar a un leonino que hace agua por todos lados. Cuánto se puede soportar? Y cómo contarlo? Acá la maestría de Cristina: la ironía profunda es un recurso brillante para reír en los momentos más dolorosos. Una mirada que nos permite identificarnos y también seguir adelante con una sonrisa que nos despega y nos lleva a pensar Quién no estuvo ahí?
En cambio, Mineral se lanza al amor de otra manera. Este libro de Daniel Cáseres está tan pulido como las piedras preciosas que presenta. Por eso, aunque se trata de poemas, hay un hilo que seguimos, que nos va mostrando las distintas tonalidades con las que se puede sentir. El ojo es una gema, el cuerpo y las palabras son también piedras preciosas. En una tradición que resignifica la poesía modernista, Daniel me lleva a evocar a Rubén Darío: el trabajo preciso con los ritmos, las sinestesias que texturan la luz, esos reflejos que atraviesan casi líquidamente las piedras y revelan una entidad interior que solo puede transmitirse con la palabra. El corazón es revelado, las piedras laten, lo que parece inerte vibra de vida. Darío buscaba que la lengua española fuera más dulce, más sutil, más sugerente. Creyó necesario traer la francesa, mezclarla con la española, que copularan y dieran nuevos términos. También miró a lo exótico: China y Japón, los países fríos del Norte, todo lo que tuviera hielo iridiscente. La estrategia de Daniel es distinta, y si bien lo precioso lo ubica en esta línea, las palabras elegidas son simples, cotidianas, y adquieren su resplandor por la forma en las que Daniel las presenta, por cómo sabe darles la luz para que destellen en ese punto donde todavía no agotan lo que quieren decir. Hay un desarrollo del tópico amoroso, hay un amante y un amado, hay femenino y masculino, pero lo que se desprende fundamentalmente sobre el amor es que resulta imposible de decir. Podemos hacer el amor, y no refiero a lo sexual, podemos hacer el amor con todo lo que somos, enlazarnos a otro de manera total, crecer en ese enlace, disfrutar, transformarnos, podemos expandirnos con el amor, podemos ser más, y sin embargo, cuando queremos decir esta experiencia, las palabras se rompen como cascotes de arena. La poesía, o mejor, el decir poético, que es propio de lo literario, que lo define y lo vuelve a la vez incierto, intenta ir hacia eso que se nos escapa en la lengua, pero que es tan sentido en el cuerpo. El amor, un sentir que nos toma, nos deja desnudos de cualquier arma, desnudos al fin para que los sentidos nazcan de nuevo en nuestra boca, para degustar la palabra como manjar.
Sol en Leo y Mineral: hechos con amor, sobre el amor, con el tesón de los viajeros que buscan tesoros en el vasto y viejo mapa de la lengua. Para seguir siempre de viaje, leyendo!

 

 

Karina Macció para la presentación de Mineral y Sol en Leo.