Alicia Genovese
Poemas de La línea del desierto
Amplitud térmica
Lejos de casa, sin auto
en una ruta de road movie
espero
a la sombra escasa de una acacia
con espinas enormes adaptadas,
espero
al único ómnibus
que puede trasladarme,
cargarme entre alientos pesados
y butacas pringosas que agradeceré.
Adaptada espero
como esa plantita del desierto,
que por ahorrar energía
no produce hojas,
se basta con los tallos para proteger
su reserva húmeda del aire hostil.
La hostilidad en esta
amplitud térmica
que calcina o congela.
Todo lo que viene se va
todo lo que comienza se destruye.
Ninguna constancia en el afuera,
ninguna paciente regularidad,
pero ahí estaba ella en su verde
a la hora de más sol.
Nada dispendioso
todo a cuentagotas.
Con sus reacciones
de sobreviviente, me entiendo
y su carencia me deshabita
y su gota es limpia en medio del polvo.
Con la espina de su verde
me alejo del desierto.
Todo lo que viene se va
todo lo que empieza se deshace.
El ómnibus ya se bambolea
por la curva de la ruta que lo trae,
retrasado desarma
lentamente
la neblina de arena.
Cuando deshaga la mochila
estaré lista
para la amplitud.
La casualidad
Si se tira de la hebra
de la casualidad
hay una mariposa
de corazón azul
que descansa abierta
sobre el jazmín,
hay una esponja del arrecife
de coral en la arena de la orilla,
hay un abrazo repentino
que tironea de vos
hacia la noche,
hay un viaje.
En la hebra de la casualidad
están tus ojos,
sin ellos podría no ocurrir
sin ellos podría el afuera
reducirse a un desierto.
Pero hay un cambio de suerte
a cada parpadeo,
un destello,
un cuerno de la abundancia
y también lo opuesto
a la felicidad.
En la hebra del azar
hay una melodía que fue tuya
resonando en esos
oídos adolescentes;
lo que se enlaza cambiante
y contiguo vive,
lo que viene,
lo que se deja venir
aun cuando peleabas por abandonarlo
aun cuando parecía impropio
o inimaginable;
pero también,
está su huida.
En la hebra de la casualidad,
el lado B de lo planeado.
Por casualidad caés
de tu compostura bípeda,
por casualidad una caricia
te vuelve analfabeta,
tan airada y sin embargo,
carente de equilibrio.
Cuánto es fuerza y cuánto
calmo devenir
cuánto velocidad y cuánto
dilación, reposo para dar lugar
a lo otro inesperado.
Confío en la casualidad;
me trae del mundo
misteriosos encuentros
y de mí, raras noticias.
Me interroga cuando
no quiero contestar,
me empuja cuando me envuelve
la oruga del letargo.
En ella me muevo
sin saber
y me sorprendo;
yo también soy
una casualidad.
Alicia Genovese, nació en Buenos Aires, es poeta y ensayista. Publicó los libros de poesía: El cielo posible (1977), El mundo encima (1982), Anónima (1992), El borde es un río (1997), Puentes (2000), Química diurna (2004), La hybris (2007), Aguas (2013) y La contingencia (2015). La antología bilingüe La ville des Pontes/ La ciudad de los puentes (Québec, 2001) y la antología personal El río anterior (2014). Es autora de los libros de ensayo: La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas (1998 y 2015) y Leer poesía. Lo leve lo grave lo opaco (2011).
Obtuvo en poesía la Beca Guggenheim (2002). Recibió el Premio Internacional de poesía Sor Juana Inés de la Cruz en 2014 y el Premio Municipal de ensayo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2016. Actualmente es titular del Taller de Poesía I en la Universidad Nacional de las Artes.
Es Profesora en Letras, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Vivió varios años en EEUU donde se doctoró, en la Universidad de Florida.